Muchos dueños se echan atrás al saber cuánto cuesta esterilizar una gata. A pesar de los beneficios, esta podría presentar problemas de salud como consecuencia de la operación. No obstante, vamos a ver por qué y cuándo deberías esterilizar a tu gata y de qué forma se puede complicar su postoperatorio.
Esterilización de gatos: por qué debe hacerse
Todos los gatos presentan unas conductas muy características durante sus épocas de celo. Siguiendo sus instintos de apareamiento, son propensos a escaparse atraídos por las feromonas emitidas por los individuos del sexo opuesto.
Además de las naturales conductas de marcaje, las gatas hembras pueden desarrollar enfermedades asociadas con sus órganos sexuales (ovarios poliquísticos o piometra).
Al esterilizar a una gata se pone coto a su capacidad reproductiva y se evitan estos problemas. Dependiendo de la forma en la que se haga, también se alterará su comportamiento, ya que no es lo mismo extraer todos los órganos sexuales (útero, ovarios o trompas) que, simplemente, aplicar una ligadura en las trompas de Falopio.
¿Cuándo esterilizar a una gata?
El mejor momento para esterilizar a una gata es antes de que alcance su madurez sexual. De hecho, lo suyo es que se haga a edades más tempranas: los veterinarios suelen recomendar la esterilización cuando la gata tiene una edad comprendida entre los cuatro y los seis meses.
Sin embargo, el elevado coste de esta intervención suele disuadir a los propietarios, ya que hablamos de cantidades cercanas a los 200 euros que podrían verse ligeramente disminuidas por campañas estacionales o puntuales. Por el contrario, el precio de la esterilización de machos anima a los dueños a hacerlo (en torno a 50 euros).
Por qué es más complicado el postoperatorio de las gatas
Las intervenciones quirúrgicas que suprimen las capacidades reproductivas de las gatas son bastante invasivas. Es cierto que la ligadura de trompas tiene consecuencias menos lesivas, pero esta intervención tiene más riesgos asociados que la castración de los machos.
A las gatas hay que abrirles el abdomen para extirpar sus órganos sexuales. Contrasta con lo sencillo que resulta practicar la cirugía análoga al gato macho, la cual es casi de índole ambulatoria. Aun así, existen métodos menos agresivos (como la laparoscopia) para efectuar la esterilización de las gatas.
Sin embargo, estas pueden experimentar hemorragias internas y complicaciones en la incisión (al seccionar tejidos colindantes), lo que hace necesario todo un proceso de recuperación basado en curas, calmantes, antiinflamatorios y quizá antibióticos, para erradicar posibles infecciones en los tejidos recién operados.
Adicionalmente, las gatas castradas tienden a coger peso, lo que obliga al dueño a readaptar la alimentación administrando pienso para gatos esterilizados, bastante más caro que el pienso normal.
Es muy probable que tu veterinario te recomiende esterilizar a tu gata, ya que la relación riesgo-beneficio suele ser favorable. Sin embargo, tu felina no siempre estará totalmente a salvo y podría sufrir bastante tras la operación. Si todo se complica y al final tu gata acaba falleciendo, en Adiós Mascota lo dispondremos todo para que te puedas despedir de tu gata.